PISA, Finlandia y el Fracaso Escolar

A principios de este año se publico el informe PISA 2003 (PDF). PISA es un programa de la OCDE para la evaluación internacional de los alumnos de 15 años. Pretende ser un referente ‘objetivo’ para comparar la eficacia de los diferentes sistemas educativos en las siguientes áreas, lectura, matemáticas, ciencia y resolución de problemas.

España se sitúa en la posición 26 de 40 países evaluados. Casi todos los países europeos están por delante. Según el estudio, aunque hemos mejorado ligeramente desde el del 2000, estamos muy lejos de los mejores y significativamente por debajo de la media de los países de la OCDE en todas las materias. ¿Porqué?

Las razones son muchas pero, para empezar, podemos analizar las diferencias entre nuestro sistema educativo y el Finlandés. La comparación no es gratuita, Finlandia es el país que lidera todas las categorías del estudio.

“Hace unos 30 años, Finlandia comprobó que los resultados de sus escolares dejaban mucho que desear. El país reaccionó y se puso manos a la obra para invertir la situación [...] se pueden extraer algunas lecciones. La primera, y tal vez la esencial, es que la educación es, para toda la sociedad, una auténtica prioridad. La disciplina en la escuela es alta, se potencia el esfuerzo y se reconoce la excelencia. La ratio profesor-alumno es más baja que en España; los maestros, que cobran menos que los catalanes, tienen un enorme prestigio, autoridad, y un exigente proceso formativo.”
Mercé Beltran. La Vanguardia 22/10/05

En pocas palabras, y siendo generosos, nuestro sistema es muy mejorable. Además tenemos un agravante, al tener tantos problemas, cada uno de los protagonistas del sistema tiende a criticar a los demás (amparado en sólidas razones) olvidando sus propias carencias. La escuela critica la falta de implicación de la familia y la escasez de recursos con que la dota la administración. Los padres critican la falta de medios, de motivación e, incluso, de preparación de la escuela. La administración se dedica a cambiar las leyes de educación en función del color del gobierno sembrando el desconcierto y malgastando los pocos recursos que invierte (de media el 2,5% del PIB cuando la media europea es del 5%).

Supongo que la situación mejorará con el tiempo, es difícil que empeore, el problema es que, para entonces, será tarde para toda una generación (como mínimo) que, además, tendrá que vérselas en el mundo laboral con sus coetáneos europeos mejor preparados. Así que lo mejor es ponerse en marcha de manera inmediata y hacerlo allí donde más podemos incidir y donde, además, podemos hacerlo inmediatamente: en casa.

Y ¿qué se puede hacer desde casa?. Voy a permitirme dar algunas (de mis) recetas

• Menos Televisión. Hace poco escuché que los escolares españoles, de media, están más horas frente al televisor que frente al profesor. En la enseñanza pública las horas lectivas son 22,5 semanales, mientras que los niños de 8 a 16 años ven unas 25 horas de televisión y, ojo, en vacaciones no hay horas lectivas y ¡sigue habiendo TV!. Es aberrante y, a la vez, es una gran oportunidad ya que si reducimos el consumo televisivo tendremos tiempo para otras cosas más edificantes.
• Más horas de sueño. Es importante que los niños lleguen a la escuela despiertos, de buen humor, y habiendo desayunado antes. Si se acuestan temprano (a menudo con eliminar la TV nocturna basta), dormirán las horas necesarias y por la mañana tendrán tiempo para todo.
• Actividades extraescolares. no se trata de tener la agenda más repleta que el presidente del gobierno, pero si de complementar aquellos aspectos en los que la escuela se queda corta. Algunos ejemplos: idiomas, matemáticas, lectura, música, deportes de equipo… Tampoco es necesario realizar estas actividades en academias y demás, si no que a menudo es posible hacerlo en familia.
• Más participación familiar. Los padres deben saber qué se está trabajando en la escuela, cuándo hay controles, qué materias son más complicadas para sus hijos. Con esta información es posible trabajar conjuntamente para reforzar las materias más difíciles, complementar el material escolar con búsquedas en Internet o en la biblioteca, ayudar en los trabajos. En general, además de echar una mano en lo posible, se trata de demostrar que consideramos importante lo que los niños están haciendo y que pueden contar con nosotros.
• Más exigencia. No hay que agobiar, ni presionar de manera excesiva pero, desde mi punto de vista, hay que hacer entender a los niños que estudiar requiere un esfuerzo y que esperamos de ellos que hagan su parte.

En España, el porcentaje de población que NO termina la enseñanza obligatoria es el 27,5% . A mi me parece alarmante, y no pienso contentarme echando las culpas a otros.