Se ruega no interrumpir
El juego es para el niño lo que para el adulto su trabajo. Según lo sostienen especialistas en psicología infantil, un niño que juega mucho y placenteramente, será un adulto que disfrute de su trabajo.
Además es su forma de comunicación y simbolización por excelencia.
Es por eso que es importante evitar interrumpir al niño que juega, sobre todo si lo hace concentrado y disfrutando. Por supuesto que es válido compartir un juego con ellos.
Pero esto se refiere a esos momentos en los que están armando algo, un diálogo, una construcción, un desplazamiento y lo está haciendo solo y ahí entramos los adultos a dar indicaciones o corregir cosas que está haciendo el chico.
Si esto de las interrupciones adultas se repite puede que aparezcan algunos síntomas en el juego del niño, como por ejemplo:
- Que sus juegos sean de muy corta duración, enseguida se aburre, y pasa de una cosa a la otra.
- Inhibirse en su juego, por pensar que “no juega bien”, ya que recibe constantes indicaciones mientras lo hace.
- Sentirse no aceptado y cuestionado. Es decir, ver herida su autoestima.
- Volverse retraído y volcarse a actividades pasivas en las que sólo es receptor.
- Pedir ideas para jugar con demasiada frecuencia.
Respetar el espacio de expresión y creación de los niños es muy beneficioso para su salud. Y les hace sentirse aceptados y valorados, y por lo tanto valiosos.